miércoles, 23 de enero de 2008

La Lucha de los Bachilleratos Populares


* EL que sigue es un trabajo que encontramos navegando por la red, sobre uno de los fenómenos más interesantes de la educación alternativa y transformadora que pretendemos para nuestro país: los bachilleratos populares.



“En la calle también nos educamos”

Existen. Son 11 bachilleratos populares, más de 700 estudiantes y alrededor de 200 docentes que luchan por su reconocimiento.
Tal vez los vio manifestarse en la calle, frente al Palacio Pizzurno y pensó “otra vez quilombo con la Educación”. Pero esta vez mire de cerca: son los bachilleratos populares, impulsados por las cooperativas que manejan empresas recuperadas: Chilavert, IMPA, Maderera Córdoba; y organizaciones sociales de Tigre, Pacheco, la mutual de canillitas de Morón, el Movimiento Teresa Rodríguez en Soldati, Villa 21/24.
Reclaman por un sistema de becas para los estudiantes, reconocimiento salarial para los docentes y financiamiento para la estructura. No tienen una normativa que los contenga porque no cuadran, por su dinámica ni su modalidad, con la educación estatal oficial ni con la privada.

Por Fedra Spinelli
fspinelli@jaquealrey.org

“PORQUE QUEREMOS UNA EDUCACION LIBERADORA QUE PUEDA PRODUCIR CONOCIMIENTOS Y METODOS QUE ROMPAN CON LAS OPRESIONES PERSONALES Y COLECTIVAS, SEGUIMOS PONIENDO EL CUERPO Y EL ESPIRITU EN ACCION, TAMBIEN EN LAS CALLES”.
Así dice el volante que se reparte en las movilizaciones que los Bachilleratos Populares emprenden. Están dando una batalla ideológica y política. Acuerdan con la pedagogía de Paulo Freire, una línea de pensamiento que a partir de la experiencia educativa de los países colonizados del Tercer Mundo, formó una teoría original en el proceso de las luchas por su emancipación.
En este tipo de escuelas el estudiante deja de ser un sujeto pasivo, una caja en la cual el docente inserta conocimientos, y se convierte así en un sujeto critico-político.
Algo que se destaca es la importancia de la propia voz, de pronunciarse, “decir a los demás quién soy yo, decir qué pienso de las cosas, del mundo, de lo que me rodea”. La escuela tradicional, la que Freire va a llamar “bancaria”, pone el énfasis en la enseñanza de las palabras porque con ellas se describía la realidad. En la educación liberadora más que enseñar palabras, interesa lograr que la persona pronuncie “su palabra”; es decir, que sea capaz de anunciar ante los demás quién es y lo que piensa. Por eso no hay verdadera educación sin diálogo.
Raúl, de Imprenta Chilavert, insiste: “Nuestras escuelas son una organización social inserta en un barrio, en un lugar determinado”. Por eso funcionan dentro de comedores, centros culturales, fábricas, movimientos sociales. No se puede abstraer del espacio en el que se desarrolla y de su comunidad, para generar espacios de discusión. Debido a eso se hacen asambleas de alumnos, docentes, todos juntos”.
Los Bachilleratos Populares de cooperativas y organizaciones sociales vienen realizando varias movilizaciones para hacer llegar sus reclamos, el pedido de reconocimiento y un compromiso del Gobierno con este instrumento educativo. En la última marcha, el 26 abril, volvió a frustrarse la cita con el ministro de Educación, Daniel Filmus, ya que el funcionario no tuvo tiempo en su apretada agenda preelectoral para recibir a la comitiva.
La lucha de los Bachilleratos Populares se viene dando hace años, siguiendo el camino de los trabajadores que veían caer su trabajo en la fabrica saqueada y abandonada por los propios dueños. Una lucha por permanecer, por un lugar digno, por la autogestión, por el resurgimiento.
La Educación no puede quedar afuera y se armaron espacios de convivencia y aprendizaje. Atrás del trabajador está su familia, su barrio, su comunidad; entonces el lugar se transforma en escuela, en vínculo. Así surgen los Bachilleratos Populares: tomando las propias herramientas. Allí van los jóvenes y adultos que el sistema educativo rechaza. Madres solteras, chicos bajo juez, mayores de edad que no pueden pagarse una nocturna o cumplir la asistencia obligatoria porque tienen que trabajar.
Todos ellos quedan fuera de la escuela oficial por un sistema que no contiene sino que expulsa. Es el mismo sistema que no mira de frente ni reconoce a los movimientos sociales, las cooperativas, los colectivos, las empresas recuperadas, las asociaciones, las mutuales, lo popular, a vos y a mí.
Estas escuelas tienen las mismas materias que la oficial: Historia, Lengua, Matemáticas pero se aprende de otra manera, y esa manera es preguntando ¿Por qué? ¿Para qué?. La forma de los niños más pequeños, la manera del soñador, la del filosofo, la del que lucha.

“Enseñen a los niños a ser preguntones para que, pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer, se acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad, como los limitados, ni a la costumbre, como los estúpidos.”
Simón Rodríguez, pedagogo, pensador, filosofo, maestro y mentor de Simón Bolívar.

“Lo que no es posible, es pensar en transformar el mundo sin un sueño, sin utopía y sin proyecto…
Los sueños son proyectos por los que se lucha… y toda concreción de sueños supone lucha…
En realidad, la transformación del mundo a la que aspira el sueño, es un acto político, y sería una ingenuidad no reconocer que los sueños tienen contrasueños.”
Paulo Freire, Pedagogía de la indignación.


La escuela en la fábrica:
La experiencia de la Maderera Córdoba

La Maderera Córdoba está en la Avenida Córdoba al 3100, a pasos de las Facultades de Económicas, Medicina y Ciencias Sociales de la UBA. La puerta de entrada es alta y angosta, de aspecto envejecido y despintada, no parece que fuera allí que hay alumnos y profes en clase. Luego, sigue un pasillo angosto, largo y oscuro; y casi en sombras descubro risas y un grupo de chicos sale al encuentro para saludar.
En este espacio funciona la Escuela Maderera Córdoba. Expropiada por los trabajadores a fines del 2003 tras un vaciamiento patronal, en el 2004 logran la Ley de Expropiación y les dan el usufructo del predio durante 15 a 20 años.
La experiencia de los Bachilleratos Populares lleva, bajo esta modalidad, más de diez años, por ejemplo “El Telar”, la fabrica en Tigre, en zona Norte. Maderera es una de las nuevas ya que el Bachillerato arranca en el 2005.
Los docentes vienen trabajando desde hace siete u ocho años en forma gratuita. Buscan el reconocimiento de estos espacios y la subvención de su labor. La palabra clave es espacio, sin él no hay desarrollo, no hay posibilidades de existir, de funcionar.
Por eso en el 2003 los trabajadores de la Maderera Córdoba resisten, pelean en el lugar como contrapartida al vaciamiento y logran vender sus productos por un pasillito del costado.
Los vecinos les daban una mano, y algunas organizaciones también los ayudaban. Fueron subsistiendo así, como pudieron y no como quisieron, hasta que en el 2004 logran la Expropiación del inmueble. Ahí se plantea, como parte del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) en el área de Educación, abrir una escuela para jóvenes y adultos en este espacio.
Forman una cooperativa de historiadores e investigadores populares, instrumento legal que necesitan para funcionar como norma, para constituirse en una entidad jurídica aunque en realidad les gusta llamarse Equipo.
Entre los once bachilleratos populares hay de 200 docentes y colaboradores. El cuerpo docente de Maderera Córdoba lo componen alrededor de 50 personas; las clases las dan entre dos docentes para lograr una construcción pedagógica diferente. También, colaboran trabajadores y gente del barrio.
La población estudiantil es variada, diferentes edades, realidades y procedencias. Algunos son del barrio, otros no. A la vuelta hay un hogar con chicos que están internados por múltiples problemas y también asisten a la escuela. Además hay un centro de adolescentes solteras que no tienen lugar donde instruirse. Gracias a “Puentes Escolares”, un programa que depende del Gobierno de la Ciudad, les mandan a las chicas del hogar para que cursen. Sucede lo mismo en los Centros de Gestión y Participación con quien busca un secundario porque quedó libre o repitió el año.
Contradicciones. Por un lado el Gobierno no les da nada, ni siquiera los atiende; y por otro, manda estudiantes que su mismo programa no puede articular.

La infraestructura la abastece la fábrica, que sostiene los servicios de luz y otros gastos. La Maderera esta con permisos provisorios y pelea la tenencia definida. Comentan que “el Gobierno de la Cciudad no se anima a generar una normativa diferente ante la múltiple realidad que existe hoy. Se queda en la misma normativa de la estructura escuela de hace 100 años”.
“Pedimos subvención, que los docentes cobren. Nadie nos subvenciona, nadie nos da subsidios. Hubo ofertas de empresas multinacionales, pero las rechazamos por cuestión de principios. No queremos encuadrarnos como escuela privada.”, sostienen.

Jaque al Rey habló con Ezequiel y Fernando, docentes de la Maderera.

Jaque al Rey -¿Qué edades tienen los estudiantes?
Fernando: -Elegimos trabajar con jóvenes y adultos, porque siempre fue un espacio marginado por el sistema educativo. No hay libros de textos para jóvenes y adultos. Las edades van desde 16 a 17, y llegan a los 80 años. Los de 16 o 17 años son excepción por que se toman desde 18, pero la edad no es sinequanon para estar acá. No todos los adolescentes son iguales, acá hay adolescentes que con 15 años tienen dos hijos, ante eso tensionamos la norma, pedimos medidas de excepción.
Ezequiel: -Los que vienen son los expulsados del sistema educativo, el que quedó libre, al que lo expulsaron, el que repitió, aquella persona que tuvo que dejar por trabajo. Todos esos son impedimentos del sistema educativo que los termina excluyendo. No es algo individual del alumno, el sistema los expulsa.

JR -¿El titulo es oficial?
Ezequiel: El titulo tiene reconocimiento oficial aunque algunas escuelas todavía lo están peleando. El problema es que, tanto para el Gobierno de la Ciudad como el de la Provincia de Buenos Aires, es muy complejo insertarnos en alguna normativa vigente porque no tenemos la estructura que supuestamente se necesita para ser del Estado ni para ser privados. Estamos todo el tiempo tensionando la norma. Es muy complejo, es la pelea que venimos dando: ser reconocidos, que se reconozca este espacio.
Fernando: No queremos encuadrarnos en privados, pero cuesta porque queremos mantener el equipo docente que viene trabajando hace años, y que es fundamental para el desarrollo de este tipo de bachilleratos, y si somos del Estado la elección de docentes sería por concurso. No por elección de los docentes hacia este tipo de proyecto.
Y como privados tendríamos que cobrar una cuota, imposible porque trabajamos con una población más que marginada. Buscamos la subvención total, eso requiere un montón de pasos, normas y reglas que no entran en la estructura de esta escuela.

JR -¿Cómo son los contenidos con los cuales trabajan, las metodologías, objetivos?
Fernando: Trabajamos con la asamblea. Tenemos asambleas, la participación es democrática. Hoy lo viste. Queremos que pueden decidir un montón de cosas; al principio cuesta, ellos vienen muy callados, algunos de realidades muy duras, tratamos de registrarles la voz, están acostumbrados a que en la escuela no se puede decir, no se puede hablar. Ellos mismos nos comentan que en este espacio se puede decir, la palabra vale y se respeta mucho. En la asamblea se deciden las propias normas, por ejemplo, si se puede fumar o no. Cuando hay que limpiar el espacio, quiénes se van a encargar, quiénes quedan al final. En asamblea se organiza el espacio, el espacio es de todos, eso nos resulta interesante.
Con respecto a lo pedagógico armamos parejas pedagógicas, a veces hasta tres docentes dan las clases. Creemos que eso da cuenta de las múltiples diferencias que hay en el aula. Si bien trabajamos una curricula o una orientación de bachilleratos que es desarrollo de las comunidades, que es un plan del Gobierno de la Ciudad que nosotros tomamos, hay un montón de contenidos que resignificamos. Justamente esta orientación no tiene muy especificados ni desarrollados los contenidos, no tiene contenidos básicos, entonces nos da cierta libertad parta reconstruir y resignificar esa materia acorde a la realidad de ese bachillerato.
Ezequiel: Estamos rompiendo con la Educación Popular de los años 60/70 donde la era entendida como educación no formal, o como técnicas de participación popular. Es muy distinto a como la concebimos nosotros, que es una educación pensada como formadora de sujetos políticos que puedan transformar la realidad social actual.
No estamos tanto en la línea de la educación popular, esa de hacer juegos sentados en ronda. Que sientan que el espacio es de ellos, lo que hacemos es habilitar la voz de los estudiantes, y hacer una fuerte entrada en contenidos. Trabajamos muy fuerte con los contenidos. Tener las herramientas de la clase dominante para después poder transformar, desarmar el discurso del poder.




Testimonio de un alumno
“Aprendí a ser un sujeto político”

Jesús es alumno de Tercer año de Maderera Córdoba. Tiene 26 años y trabaja de noche, es camarero. Su día es así: se despierta a las once, sale sin almorzar, come en la escuela, en el aula durante la clase, y cuando termina de cursar, a las 19 sale corriendo al laburo hasta las 3 de la madrugada. Así, todos los días.

Jaque al Rey -¿Cómo llegaste a la Maderera Córdoba?
Jesús -Hace tres años tenia pendiente el secundario, tenía muchas ganas de hacerlo, buscaba terminarlo, probé con la Mariano Moreno, los aranceles eran muy altos y yo no tenía la plata. Era vecino, una vez me entregaron un folleto, me acerqué y averigüé, y me dijeron que pasara a fin de año. Pasé, me inscribí y quede en lista de espera. Estaba inquieto, inseguro porque cuando vi el edificio, la estructura, me asombré porque no era lo que correspondía a un colegio. Ni bien llegas hay una puerta de un cuerpo, chiquita; un pasillo muy largo, angosto; al fondo una escalera y en la planta alta dos aulas, que en realidad eran dos habitaciones. Los bancos eran caballetes con tablones yo me sorprendí y fui muy crítico. El primer día pregunté ¿vamos a tener bancos? Me encontré con gente totalmente diferente a mí. No esperaba encontrar gente parecida, igual, pero la diferencia entre unos y otros era muy grande, veníamos de lugares muy distintos. En edades hay gente grande, muy poca, que supera los 50 años. El resto son chicos que vienen de hogares de tránsito y vienen medicados por recuperación a drogas, les costaba muchísimo mantener las dos horas de clase: dos horas, imaginate toda la tarde, Terminaban dormidos arriba del banco.
Me llevó un tiempo de proceso entender que ese también era un aprendizaje y tal vez el más importante de mi vida. Yo soy muy prejuicioso, y a mí Maderera Córdoba, la educación popular, me hizo quebrar con estos prejuicios, en cualquier otro ámbito yo me hubiese cruzado de vereda.

JR -¿Te hiciste cargo de tus compañeros?
Jesús -Me hice cargo de la historia de ellos, de mi historia y entonces hubo que convivir. Llegué por casualidad pero elegí quedarme. A veces caigo en crisis con el método de la educación popular, no soy un militante como otros de mis compañeros, comparto lo que ellos hacen y siento que hoy tengo que ser parte de esto, no toco el bombo y no canto pero estoy acá, peleando de otra forma por el mismo espacio.

JR -¿Qué se está pidiendo acá, concretamente?
Jesús -El reconocimiento del espacio de la educación popular, libre autogestionada. Esa autogestión la independiza, corta el cordón umbilical que tiene la Educación con el Estado. Esas condiciones edilicias que yo encontré hace tres años son las mismas de hoy en día; así que pedimos el subsidio para la construcción del establecimiento en el lugar donde está. No queremos un traslado, están ofrecidas tres aulas de la Facultad de Ciencias Económicas para que podamos terminar de cursar y eso está bueno, y se acepta, pero con la condición de que no sea definitivo. Nadie quiere quedarse con tres aulas en Económicas sino tener un espacio. Tener la identidad, tener un nombre tiene que ver con esto, y hacerse cargo es permanecer en el lugar de lucha.

JR -¿Qué diferencias de contenidos ves con la educación formal? Por ejemplo estudiando historia.
Jesús -Estudiando historia aprendí a ser un sujeto político, crítico. Desde ahí puedo decir “apropiarme”. Antes decía que apropiarme era hacer algo mío. Ahora me pregunto, ¿Qué estoy haciendo y por qué, qué hago con eso y para qué? Todas estas preguntas, aprendí a utilizarlas en la Educación Popular. Cuando hablamos de revolución industrial y de imperialismo, cuando estudiamos la libre competencia y el mercado libre, yo podía entenderlo en la educación formal de una manera y en la educación popular se hace practica, se hace practica hasta la materia más exacta, matemáticas. La metodología que aplican los educadores en la educación popular es justamente “apropiarse” del conocimiento de una manera practica, cotidiana, uno puede ver que la revolución fue en la 1º Internacional en París, Francia, Europa y también es acá, hoy, en Buenos aires. Esto también es la revolución. La educación así es distinta, es hacerlo carne, es hacerla cotidiana. Estoy convencido que nos estamos formando como sujetos políticos, críticos y pensantes, independientes.

JR -¿Ya sabes qué querés para tu futuro, vas a seguir estudiando?
Jesús -Tengo un proyecto: si termino esta año la escuela, voy a hacer Comunicación Social. Y tengo otro, con unos compañeros queremos hacer Educación Popular primaria porque entendemos que si todos estos conocimientos que hoy adquirimos los hubiésemos adquirido antes, a temprana edad, la historia hubiese sido distinta. (Silencio y ríe, y esa sonrisa le ocupa toda la cara) Nunca es tarde cuando la dicha es buena.

(Silencio, y vuelve con su pensamiento, retoma) Cuando vemos en la clase de historia cómo se funda la escuela y las ideas de nuestros próceres no estoy de acuerdo con la mayoría de los órdenes establecidos que funda la educación. No estoy de acuerdo con el uniforme, con el delantal blanco, no somos todos iguales, no tenemos porque intentar parecernos unos de otros. Somos distintos, tenemos todos muchas habilidades, capacidades y dificultades, distintas todas; y creo que todo eso en un buen acto de convivencia puede funcionar mejor. No soy partidario de los extremos, los muy militantes no me caen bien y los sujetos pasivos tampoco, el equilibrio. (Respira hondo y mira fijo, una extraña mezcla entre vivaz y solemne y entonces suavemente suelta las ultimas palabras): La educación es el lugar apropiado para hacer utópicamente el mundo que queremos.”

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