Nota previa: No es la intención dejar afuera del análisis a los varones. Sólo es que somos mayoría las mujeres en el ámbito de la docencia y la Real Academia española permite el universal femenino en esta situación. Mis disculpas si alguien se ofende, es que traté de simplificar el texto tras mis intentos de @, x, y a/o en reiteradas veces.
Partiendo del análisis de que nuestra tarea no es sencilla, las docentes podemos encuadrarnos en cuatro tipos: las que se agotan rápidamente y bajan los brazos ante el desafío tratando de sobrellevar lo mejor posible la situación laboral, las que ponen todo su empeño por dar la batalla por un cambio y ofrecerles un mejor futuro a los/as alumnos/as en forma individual a costa de la salud y las frustraciones, las que buscan respuestas y aportes en forma colectiva y las que pasamos cotidianamente por las tres anteriores.
Sin embargo nos tocó un momento histórico que nos propone grandes desafíos. Es el fin del fin de la historia y con este desenlace el surgimiento por todo el mundo de colectivos que se organizan no sólo, diciendo basta a los atropellos, sino que van construyendo una nueva forma de vivir. Movimiento sin Tierra de Brasil, Zapatismo en México, Mocase en Santiago del Estero, Fábricas recuperadas y movimientos desocupados que producen bajo otra lógica, cocaleros en Bolivia, Vía Campesina y grupos antiglobalización en Europa, nuevos espacios para la cultura, pueblos originarios que se resisten a soportar 500 años más de explotación, movimientos feministas y ambientales. Todos recorren el mundo. ¿Cómo hacer para aportar como educadoras al desarrollo de estos colectivos y dejar de ser una pieza más del sistema capitalista y patriarcal? ¿Cómo dejar de reproducir en el aula una política que oprime a las grandes mayorías que son la suma de las supuestas minorías?
1) Nuestro trabajo construye cultura
Si bien se han librado grandes batallas para salir del rol de “apóstoles de la educación” para ser reconocidas como parte de la clase trabajadora (de ahí que muchas nos autodenominamos “trabajadoras de la educación”) esta nueva concepción a dejado muchas veces en un segundo plano nuestra labor social. Es decir: no somos cualquier trabajador. No producimos manufacturas ni manipulamos papeles (con todo el respeto que me merecen estos obreros), nosotras formamos subjetividades, transmitimos unos conceptos y no otros, damos el ejemplo, creamos valores sociales. Somos parte de la construcción de un futuro común.
2) Entender que el problema no lo tienen con nosotras sino con sus vidas
Y la lectora si es docente dirá: no me escuchan, no tienen modales ni valores, son violentos, me contestan mal, no hacen nada en clase ni en sus casas. Y puede que sea cierto pero nada lo hacen en forma conciente. No es la intención de ellxs arruinarse su futuro ni complicarnos nuestro trabajo. Hacen lo que pueden. Hacen lo que saben. Si no dicen: “Por favor” puede ser porque estén rodeados de personas que no tienen esa costumbre. Si dicen pocas palabras son las que utilizan para comunicarse en su entorno y las que siempre escucharon. Si pegan es porque les han enseñado una y mil veces, que así se resuelven gran parte de los conflictos. Si no hacen nada debe ser porque creen que ese hacer no los lleva a ninguna parte, no les conviene en el marco de las leyes de la oferta y la demanda: no sacan un provecho inmediato. Por más ganas que nos den, no aportamos nada enojarndonos con ellxs. Es sumar más violencia y desprecio a sus vidas y está claro que no suma sino que resta.
3) Los resultados de una buena educación se ven a largo plazo
El “no están aprendiendo nada” es relativo. Algo se aprende siempre de cualquier experiencia vivida. El gusto por la lectura rara vez surja de leer un cuento en clase con sueño y hambre, pero ese cuento puede abrir la puerta a un encuentro con la literatura en un futuro. Consuelo, actual vicedirectora jubilada de una Escuela secundaria y maestra toda su vida, fue sorprendida por un ex alumno ahora de treinta y cinco años que la buscó para regarle un libro recién publicado de su autoría. En la primer hoja decía: “a mi maestra de tercer grado Consuelo que me enseñó el amor por la escritura”.
También se puede aprender a ser pacientes si la docente lo es. A ser amable si la docente lo es. A ser puntual y no faltar al trabajo si la docente no lo hace. A luchar por la dignidad como nos enseñó Fuentealba o se puede aprender todo lo contrario.
4) Lxs alumnxs son víctimas de un sistema que lxs oprime
El año pasado tuve la posibilidad de conocer varias cárceles y ahora cuando veo los patios de los polimodales con baldosas frías de cemento y los chicos sentados contra la pared esperando que los diez minutos de recreo no pasen nunca y que la hora de salida llegue Ya, me acuerdo del patio del presidio de Sierra Chica. Por mejor actividad que se les plantee en el aula a los alumnos para trabajar, ellos siempre prefieren irse. En la escuelas se enseña la opresión: “Acá no se hace lo que te gusta”, “En el aula la que mando soy yo” y si tenés algún problema aparecen las sanciones, expulsiones o se arregla el conflicto en la dirección. Despertar el interés por el placer de enseñar y aprender debe ser una tarea de todas. La escuela debe ser un espacio de encuentro, de diálogo, de lectura, de escritura de comprensión de análisis y de planificación del futuro.
5) Hay que educar para la transformación y no para la adaptación
Esta es la gran divisoria de agua entre nosotras: o trabajamos para que algún día consigan trabajo y puedan soportar el patrón en una fábrica de la pesca o les damos elementos para que transformen su realidad inmediata, para que no se dejen avasallar. Que tengan elementos para conseguir un trabajo que les permita ser felices y que generen un entorno de amor y respeto.
Debemos enseñarles que es posible y necesario que vivan de otra manera y de ahí la fuerza de la consigna de nuestro colectivo docente: “No formemos explotadxs, eduquemos para la liberación”.
6) Los contenidos son importantes
Gran debate con pedagogas y directivos. No es que los contenidos no importan y los valores si o “lo importante es que aprendan a escribir”. Se trata de enseñar cosas que sirvan para su realidad. Tomarnos un tiempo para la reflexión y ver la forma de vincular lo que aprenden con su entorno. Cuando estaba en la primaria le dije a mi abuelo que me habían enseñado los ángulos en la escuela y él para evaluarme me preguntó: “¿qué ángulo es este?” señalando el rincón de una mesa rectangular y yo no supe contestar. Su reflexión fue: “las maestras no enseñan nunca la aplicación de las cosas”. Es momento de que levantemos la voz y le digamos al ministro de educación de turno que él y sus asesores difícilmente sepan lo que hay que enseñar a todxs. Simplemente porque “todxs” no viven “todxs” juntos ni le pasan las mismas cosas. Se trata de tener contenidos comunes pero construidos desde los chicos y no en base a las necesidades del mercado.
7) Tienen intereses distintos a los nuestros
No es que a los chicos y las chicas no les interesa nada, es que les interesan cosas distintas a las nuestras. En los barrios de la perfiferia donde es más compleja aún nuestra labor, les interesa la música sobre todo la cumbia y el reggetton, el fútbol, el sexo, las drogas, los mensajes de texto, chatear, mirar TV, algunas películas, que la gente que quieren esté bien, jugar con la Play station, sentirse deseados o deseadas, los celulares y las zapatillas, tener amigos, que nos les roben, que no vayan presos… Hay que escucharlxs sin juzgarlxs. Esos intereses son los que se le han fomentado desde el poder. Es una invasión de propagandas que les dicen las ventajes de tener el mejor celular y es la expectativas de ellxs de así poder ser parte de esta sociedad. ¿Quién les va a decir con esa intensidad y eficacia de la maravillas que aporta leer un cuento de Julio Cortazar?
8) Están en una búsqueda y por lo tanto nuestras acciones pueden boicotear grandes caminos
Somos el resultado de nuestras experiencias. ¿Fue ese partido del fútbol a los cinco años que un nene metió ese gol y varios dijeron que había talento, lo que me motivó a seguir jugando cada vez mejor? ¿Es esa maestra que le dijo a una nena “sos muy mala con la flauta dulce” la que le hizo perder el interés por la música y cerrar quizá para siempre la posibilidad de tocar un instrumento? ¿Es ese papá que te lee un cuento todas las noches el que te hace construir un amplio vocabulario y hacerte dar cuenta de la fuerza del lenguaje? ¿Es el otro papá que golpea frente a tus ojos a tu mamá el que te enseña que la vida es para sufrir? Necesitamos transmitir las mejores intenciones, darles ánimo, confiar en ellxs, levantarles el autoestima aplastada que tienen por creer que no son inteligentes, lindas y existosos como el modelo social impreso presente en su cotideaneidad.
9) El ejemplo también enseña
No es efectivo hablarles a los chicos de la importancia del esfuerzo sino tomamos evaluaciones escritas no porque la desprestigiemos pedagógicamente, sino porque no queremos corregir. No se les pude hablar de que no deben ser violentos mientras se le dice a una alumna gordita lo que le dijo un docente marplatense: “vos tenés que comer menos y estudiar más”. No se les puede decir que no sean vagos cuando nunca hacemos nada por la educación si es a cambio de plata. No podemos decirles que defiendan sus derechos cuando a nosotras nos arrebatan los nuestros a diario.
10) La única lucha que se pierde es la que se abandona
Se trata de intentarlo, de hacer caminos nuevos y para eso claro, hay que cortar maleza y transpirar. No es fácil cambiar la escuela, cambiar el estado, los valores, los mandatos sociales que viven en nosotras, pero vale la pena intentarlo. No podemos desperdiciar esta, nuestra única vida, en vivir mal. Desde que nacemos nos ofrecen como modelo de éxito una profesión, la búsqueda de la casa, el auto, los viajes, los hijos. No hay que conformarse. Eso es muy poco si no todas vamos a tener casa, si el auto nos lleva a lugares que no queremos ver y nos acompaña alguien que ya no nos interesa, si nuestros hijos e hijas van a vivir en un mundo de injusticias y guerras. El camino de la lucha es arduo pero genera una satisfacción de estar haciendo lo correcto que te convoca a ser feliz y a estar rodeada de las mejores compañeras y compañeros de ruta. Y ahí veremos si la escuela no sirve para nada.
Lucía Gorricho
Grupo Docente América Libre
Mar del Plata
2 comentarios:
Hola Lucía, veo que no hay comentarios y me pregunto si será que todos están de acuerdo con todo lo que dijiste o es que no hay docentes que lo hayan leído. En cualquier caso me parece muy buena tu reflexión acerca de la tarea docente. Comparto muchas de las cosas que pensas respecto de nuestra tarea, pues también yo soy docente, una de las excepeciones masculinas. Quisiera plantear algo que vos supones y en mi experiencia docente no está tan claro, la mayoría de los desafios que vos planteas respecto de nuestra tarea que es construir cultura, no representan sólo un problema para los niños sino también para nosotros mismos. Pues ,aunque es obvio, hay que aclarar que nosotros no estamos fuera de la cultura consumista y, especialmente dentro de la escuela; representamos, nos guste o no, el papel del poder. Somos el poder dentro de la escuela. De ese modo podemos transmitir sólo lo que estamos posibilitados (personalmente) de hacer. El resentemiento, por ejemplo, también se transmite en muchas formas, como el caso del docente que vos citas. Y no se escapa a nuestro ser el estar resentidos, o tristes o desilusionados. Ese es un problema.
Otro problema es que resulta muy difícil transmitir valores, en el fondo la cultura no es otra cosa que un modo de valorar el mundo y asi descubrirlo, verlo y sentirlo, cuando nuestra tarea está tan desprestigiada y todas las figuras de autoridad tan odiadas. Es cierto que autoridad suena a "bigotes de comisario", pero es imposible educar sin un mínimo de reconocimiento de que investimos una figura de autoridad, que también podemos llamar respeto por el lugar que ocupamos. Muy bien decís que si mostramos afecto por nuestro trabajo, llegamos a horario y en fin, damos el ejemplo es posible que se nos reconozca de otra manera. Y en cualquier caso el humano material maleable de los niños puede, todavía, adoptar muchas formas, y para eso estamos nosotros, para ayudarlos a que puedan crearse a sí mismos como hombres libres. Creo que la lucha no solo es contra el poder o el sistema, sino mas profundamente contra nosotros mismos. Estoy de acuerdo en que la mayor locura es vivir está, hasta donde sabemos la única vida, sintiéndonos mal. Espero -como ustedes- poder construir formas de educación, dentro y fuera de la escuela, que nos ayuden a superarnos como personas y sociedad. Un saludo al grupo de docentes y sigan posteando que es bueno encontrar que la gente se preocupa por lo que hace, sobre todo cuando es tan importante.
ha ha ha ha haaaaaaaa hagan un blog bueno
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